«Social media fatigue»

Llegó la tendencia contracorriente: la sociedad desconectada

* «Social media fatigue»  es la expresión acuñada para definir a esta parte de la sociedad que ya está cansada de las redes sociales.

Existe una tendencia social en auge que merece ser atendida porque su repercusión y su expansión está siendo reflejada a nivel mundial, el hartazgo ante las redes sociales o Social media fatigue, una expresión que no necesita traducción. Comienza la fuga y el abandono de las redes sociales y la preocupación llega hasta Silicon Valley. Los directivos de las principales compañías tecnológicas han empezado a mostrar su inquietud. Mark Zuckerberg y el CEO de Twitter, Jack Dorsey afirmaron públicamente estar preocupados por el nivel de odio que contienen sus redes sociales. Sean Parker, cofundador de Facebook llegó a decir que las redes nos están dañando el cerebroLas redes ya no son un paraíso… algo está cambiando.

Aunque parezca paradójico, las principales redes sociales han alcanzado sus cifras record pero al mismo tiempo han dejado de crecer. Facebook superó este 2018 los 2000 millones de usuarios, sin embargo también comenzó su declive: perdió audiencia y repercusión en caída libre. En EE.UU. y Canadá un millón de usuarios abandonó Facebook este último año y el tiempo de dedicación se redujo mundialmente en 50 millones de horas. Twitter también está de capa caída, la confianza en esta red social desaparece a pasos agigantados y el abandono de usuarios es también una realidad en auge, un 13 por ciento de los usuarios la ha dejado de visitar o ha eliminado su perfil en Twitter en el último año.

 

La cara B de las redes sociales: Mentiras, odio e intrusión en la privacidad

El anonimato y la impunidad hacen de las redes sociales el caldo de cultivo perfecto para el odio dirigido. Muchos usuarios abandonan las redes por el acoso recibido.

Recientemente, Digital Awareness UK  realizó una encuesta entre 5.000 estudiantes de Reino Unido que reveló una creciente reacción negativa entre los jóvenes ante las redes sociales. El 63% de los jóvenes encuestados afirmaron que no les importaría que las redes sociales dejaran de existir, mientras que el 71% dijeron que habían tomado desintoxicaciones digitales temporales para escapar de las redes sociales. Un total de 57% dijeron que habían recibido comentarios abusivos en línea, 56% admitieron estar al borde de la adicción y 52% dijeron que las redes sociales les hacían sentir menos seguros en su percepción de sí mismos y de cómo de interesantes son sus vidas.

Sin salir de nuestras fronteras, según informa la Asociación ANAR, el ciberbullying representa ya uno de cada cuatro casos de acoso escolar. Esta proporción aumenta con la edad, de forma que a partir de los 13 años, el 36,5% de los casos de bullying (más de uno de cada tres) son por ciberacoso.

Pero el acoso y el odio no son los únicos problemas intrínsecos. Las redes sociales se han convertido en los medios de difusión masiva de noticias falsas, los llamados Fakes que se propagan vertiginosamente hasta convertirse en epidemia. Esto se suma a la contaminación, cada vez mayor, que produce la publicidad dirigida y el marketing de campaña, algo que conecta directamente con la falta de privacidad y la utilización de los datos personales con fines puramente estratégicos o comerciales. 

Escándalos como el reciente robo de los datos personales de hasta 87 millones de usuarios de Facebook que podrían haber sido utilizados para elaborar un estratégica campaña microsegmentada de marketing para el presidente Trump, no hacen más acentuar las debilidades y los peligros de las redes sociales y la necesidad de poner freno a la algarabía en la que se han convertido.

 

Llegó la tendencia contracorriente: la sociedad desconectada.

Según un informe del RSPH y el Young Health Movement, que examinaba los efectos positivos y negativos de las redes sociales en la salud  mental de los jóvenes, los medios de comunicación social están directamente relacionados con mayores tasas de ansiedad, depresión y falta de sueño. El informe incluye una tabla de clasificación de plataformas de redes sociales según su impacto en la salud mental de los jóvenes. YouTube encabezó la lista como el más positivo, con Instagram y Snapchat saliendo como los más perjudiciales para la salud mental y el bienestar de los jóvenes.

Sin embargo, viajamos en metro, esperamos el autobús o aguardamos turno en Hacienda, miramos a nuestro alrededor y todo lo que vemos son personas conectadas. Ante esta realidad es bueno preguntarse:

¿Es posible vivir sin redes sociales?

La respuesta es sí, y además es tendencia. La desconexión total o parcial está llegando.  

Cada vez más adolescentes y Millenials abandonan las redes por distintas razones. La necesidad de separar su esfera privada de la pública, la sensación de que estas plataformas les aportan poco, el cansancio que les produce la reiteración de contenidos vacuos y frívolos, el hartazgo de las noticias tristes, los  mensajes de odio y los comentarios negativos, la obsesividad y adicción que les producen asociadas al robo de tiempo que les suponen y la falta de credibilidad y de confianza que tienen en ellas.

Los motivos son todos de peso y están asociados a la lógica y el sentido común. Vivir sin redes sociales no sólo es posible sino que es una tendencia saludable. Las personas desconectadas o parcialmente desconectadas (sólo con uso esporádico de WhatsApp) aumentan su calidad de vida en tanto que disponen de más tiempo para otras actividades más estimulantes y aprenden a disfrutar de sus momentos sociales sin dependencia tecnológica.

Dicho esto, es posible que debamos replantearnos el uso que hacemos que hacemos de las redes y aprender a vivir en el siglo XXI en un modo más analógico. Experimentar una nueva forma de libertad sin dependencia tecnológica y gestionar nuestro tiempo desde una perspectiva más real y más humana, podría ser el nuevo reto del cambio para las generaciones que hemos crecido enganchadas a la red.

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Un comentario de “«Social media fatigue»

  1. Petra dice:

    En mi experiencia, ha sido toda una aventura. Al principio, me costó dejar Instagram, debo admitir que era un poco adicta a esa red social. Llegué a un colapso mental, me comparaba con todo el mundo, sentía que mi vida no valía. En ese momento entendí que debía hacer un cambio. Me tomó seis meses para tomar la decisión definitiva de cerrarlo ?

    Ahora estoy mucha más tranquila, pero en momentos se vuelve raro. Mi pareja usa redes y, en ocasiones, dudo de sí hice lo correcto. Llega ese pensamiento: “debo estar conectada. No seré vista por nadie”. Qué fuerte. Las redes sociales matan mi autoestima.

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